Este domingo, la Virgen no estará sobre su paso, no estará San Miguel en la delantera con ese aire barroco que corta con su espada, no estará San Gabriel recogiendo el manto de Nuestra Madre y no estarán los nardos y los gladiolos en las esquinas. En la Función Principal de Instituto, algunos hermanos podrán estar, pero separados en los bancos por las medidas sanitarias debido a la pandemia del coronavirus. Otros hermanos seguirán la Eucaristía a través de las redes sociales. No será lo mismo, pero se acercarán un poco a Omnium Sanctorum, a nuestros Titulares, a Dios y su Bendita Madre.
Ya por la tarde, no estará Tejera con sus cornetas y tambores, con Soleá dame la mano a la entrada, ni la Cruz de Guía se abrirá paso por la calle Feria, Palacios Malaver, Faustino Álvarez, Relator o González Cuadrado. La Reina de Todos los Santos, este año, tendrá su salida procesional por otros lugares. Por los pasillos de los hospitales donde hay tanta gente sufriendo, por los corazones de todo el personal que está luchando contra el virus y el resto de enfermedades, por los cuartos donde están aisladas las personas que están infectadas pero que no han sido ingresadas o por las mentes de los que ven peligrar su trabajo o su futuro.
Este año, la Virgen nos mirará desde su baldaquino y se adentrará en nuestros corazones, más que nunca. Si Ella quiere, en 2021, el cielo se tornará rosa a eso de las seis y media de la tarde cuando se abra la ojiva, se mirará a las alturas por los que ya están besándole su manto como San José, se saldrá a la calle Feria y los niños estarán sobre los hombros de sus padres para contemplar la Bandera de la Inmaculada, el Simpecado o el estandarte. Mientras, como el Señor nos dijo, ¡No tengáis miedo!, porque Él hará que la tormenta amaine y la barca de nuestras vidas seguirá su curso con la ayuda de la Reina de Todos los Santos.
