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POR FIN LLEGÓ EL DÍA DE LA SEÑORA. DISFRUTÉMOSLO

365 días esperando este momento. 365 noches soñando con volver a verla pasear por las calles de su Barrio acompañada por sus hermanos, fieles, vecinos y devotos.

Durante la mañana, muchos balcones comienzan a engalanarse en el Barrio de la Feria, porque la "Virgen sale esta tarde". Personas mayores que pese a su edad, pasaron anoche algún tiempo planchando el damasco rojo que tantas arrugas tiene desde que se guardó tras la Semana Santa.

Temprano, muy temprano, comienzan a desfilar trajes oscuros alrededor de la Parroquia, donde la Señora ya luce sus mejores galas, y un perfume de nardos embriaga el ambiente cuando suena el cerrojo de una puerta, que pasadas las siete de la tarde, quedará bendecida un año más tras el paso de la Reina.

Se palpa en el ambiente la alegría, el regocijo y el nerviosismo de los hermanos, porque llegó por fin el día grande.

El cafelito de media mañana, el cigarrito en la puerta mientras termina la misa de diez y media, el chirriar de dientes porque la mañana es frequita, el alfiler rojo en la solapa, la medalla en el bolsillo... es una tensa espera.

A las 12:00 del mediodía, la Función Principal de Instituto, donde a lo largo de la misma todos y cada uno de los hermanos harán publica Protestación de Fe de los Dogmas de la Inmaculada Concepción.

Terminada la Función, cada año suena aquello de ¡"Vamos a colocar los bancos para esta tarde"!, y se distribuye la Parroquia formando un pasillo celestial que será inundado de Gloria cuando la Señora se vaya acercando al dintel de su ojiva para salir a la calle.

Pero aún es pronto para la Salida. El día es largo. Nos espera entonces la Comida de Hermandad, momento lleno de compañerismo, ambiente y alegría, en la que se volverá a cantar como siempre, aquello de "Tongo, Tongo", cuando la rifa de los jóvenes vuelva a tocarle, otro año más, al mismo hermano.

Con el postre, nos llegan los primeros síntomas de que se acerca el momento esperado.

Unos miran el reloj conscientes de que son casi las cinco. Otros se marchan para ir culminando los detalles, los monaguillos también desfilan apresuradamente camino de la Capilla de Ánimas donde les esperan sus dalmáticas y esclavinas.

Se acerca la hora, multitud de personas esperan apostadas en Omnium Sanctorum que la Santísima Virgen vuelva a cruzar su mirada con ellos. Dentro el trasiego y ajetreo es incluso mayor. Los hermanos recogiendo su cirio, hay fotógrafos, monaguillos que ocupan ya su lugar de privilegio, las insignias, los costaleros....

Desde fuera un tímido aplauso indica que se han abierto las puertas de la Parroquia y se aproxima la Gloria.

La Reina de Todos los Santos vuelve a la calle Feria, como cada año, acompañada de su gente, con los magistrales sones de la Banda de Música del Maestro Tejera, con ventanas y balcones repletos de público.

En el cielo nuestros Difuntos tampoco quieren perderse un detalle y vuelven a disfrutar de la procesión desde lo más alto, a los pies del Padre celestial.

Pasadas las diez y media, las mejillas notaran como vuelven a resbalar algunas lágrimas que diluyan el día en un simple recuerdo, pensando que ya solo restan 364 días para la siguiente Procesión, pero con la certeza de que la Hermandad seguirá adelante, cada día, en cada instante.

Llegó el día grande. Disfrutémoslo hermanos.