La Dulzura de la Buena Muerte se muestra presente hecha carne en la inigualable talla de Juan de Mesa, mientras la Angustia de María remonta desafiante junto a la Muralla del Alcazar.
En la calle Anchalaferia las Almas de Nuestro Señor Jesucristo quedarán impregnadas de la Gracia y el Amparo de su Madre, y los Dolores del Cerro denunciaran su Desamparo y Abandono.
La Cátedra suprema de la Cruz donde podemos aprender que incluso el dolor puede ser dulce a la sombra del Crucificado de las Misericordias a su paso por la Plaza de la Alianza.
San Nicolas volverá a ser Templo de la Salud y el peso de la cruz será soportado por cientos de anónimos penitentes.
Relucirá más nunca la gubia de Castillo Lastrucci cuando Jesús sea burlado en San Esteban, abofeteado por San Lorenzo y presentado al pueblo en la Calzada y el Dulce Nombre de María será consolado por San Juan cuando la madrugada haga su pertinente intromisión en el Miércoles Santo.