Alocución pronunciada por el Hermano Mayor D. Joaquín de la Peña Quesada, momentos antes de la Procesión del año 1985, desde el Altar Mayor de Omnium Sanctorum.
Hermanos:
Un año más nos disponemos a acompañar a la Santísima Virgen en su recorrido glorioso por las calles del barrio.
En este momento recordar que miles de hombres y mujeres desde 1554, han acompañado ya a nuestra Bendita Madre y que como ellos hemos de ser hoy nosotros los que, ante el pueblo devoto que nos observa, demos ejemplo de nuestro cariño y veneración a la Reina de Todos los Santos; y esto no con gestos ostensibles, sino con la humildad de quien mantiene la luz de un cirio encendido a sus pies, reflejo del calor del corazón y del brillo de nuestra ilusión.
Nuestro discurrir por las calles tiene además un doble valor de testimonio, ya que no iremos cubiertos por antifaces anónimos, sino manifestando a cara descubierta nuestra Fe.
Ofrezcamos pues a la Virgen, Nuestra Señora, el sacrificio de los pocos minutos en que vamos a acompañarla, y pidámosle todos unidos mediante el rezo de la oración del Ángel, que desde su trono de gloria reparta consuelo y alegría en todas las casas del barrio y permita que la procesión nos llene de bendiciones.
DIOS TE SALVE...